Eléctrico, práctico y sin emisiones: ¡un T4512e todoterreno!

En Illertissen, en Neu-Ulm, en el Estado federal de Baviera, se utiliza a diario un T4512e de Weidemann. Este manipulador telescópico eléctrico trabaja en la empresa de Rainer Pfister desde noviembre de 2023. En total, gestiona una superficie de más de 140 hectáreas, que cuenta con más de 120 vacas lecheras y más de 70 terneros. 

«Antes de adquirir la Weidemann eléctrica, teníamos en la granja un T4512 con motor diésel. La máquina funcionaba unas 1.400 horas al año y estaba realmente muy satisfecho. Pero siempre dije que si esta máquina salía al mercado como máquina eléctrica, la compraría», explica Rainer Pfister con una sonrisa. Y así fue como el agricultor compró la máquina a su distribuidor de Weidemann, Mayer Landtechnik, en Unterroth. El T4512e se utiliza a diario: ya sea para llenar la mezcladora o para apilar el forraje, la batería del manipulador telescópico es suficiente para una larga jornada de trabajo. La máquina ha cumplido con sus tareas incluso en invierno, al limpiar la nieve de los caminos de la granja. 

Si echamos un vistazo más de cerca a la empresa, veremos rápidamente que lo tiene todo bien pensado. En los tejados hay varias instalaciones fotovoltaicas con una potencia total de 800 kW, lo que significa que la empresa puede utilizar al menos el 80 % de su propia electricidad. «Para mí, una máquina eléctrica tiene muchas ventajas: puedo utilizar mi propia electricidad, ya no tengo gases de escape en el establo y, en general, es mucho más silenciosa para mis animales», destaca Rainer Pfister.

Además de las vacas, Rainer Pfister también posee diez caballos y cuatro perros, que se encuentran en una segunda granja en las afueras de la ciudad. El T4512e también se utiliza habitualmente en el centro hípico. Entre otras cosas, transporta balas de heno con unas pinzas para balas o realiza varios trabajos de carga. «Al principio, los perros tuvieron que acostumbrarse al T4512e. La máquina es tan silenciosa que los perros ni siquiera se dieron cuenta de mi presencia y ni se inmutaron cuando llegué con la máquina», señala Rainer Pfister.